Ni Europa, ni desarrollo socioeconómico, ni avance cultural, logran desarraigar el hispano hábito de culpar a los demás de todos los males.
Nuestra sociedad progresa, faltaría más. Incluso a pesar de los que la rijen, pero algunas rancias costumbres persisten con vigor. Una es la alegre autoexculpación ante cualquier problema, siempre son los otros los culpables, los responsables, los causantes…
Traigo el asunto a propósito de la sanidad, pero podría referirse a otras muchas facetas.
Las distorsiones de la sanidad –y tiene un sinnúmero- siempre son achacables a los demás, según el entorno en que estemos: para los médicos hay listas de espera porque la administración no aporta los recursos necesarios; para los pacientes porque los médicos trabajan poco; para la administración porque facultativos y pacientes consumen recursos sin freno, y así sucesivamente.
La carrera profesional, es tan necesaria como muchas otras mejoras que deben introducirse en la sanidad pública, para mejorar su eficiencia, para establecer diferencias entre los que trabajan y se preocupan en distinta forma, para crear ilusión, para abrir expectativas… Pero del análisis que realizamos de esta cuestión, también cargamos las responsabilidades sobre los demás: la administración, los compañeros, los pacientes, la presión asistencial. Claro que unos tienen más responsabilidad que otros, y la administración siempre (dios -los hados para los agnósticos- me libren de ser heterodoxo y decir lo contrario), pero no llegaremos lejos si sólo valoramos la responsabilidad de los demás.
En esta nuestra piel de toro hay mucho vendedor de humo, pero son otros, no yo, naturalmente.
Miguel González Hierro. El Adelano. 20 Diciembre de 2003