En unos tiempos de pandemia gripal y masificación del servicio de urgencias hospitalario no podemos marginar a los grandes olvidados del SNS: discapacitados y pacientes geriátricos.
Ambos grupos de población están atendidos por la Consejería de Familia y por la Consejería de Sanidad. Ambas Consejerías deben ir de la mano para ofrecer cobertura sociosanitaria de calidad a estas poblaciones frágiles y dependientes.
La saturación que sufren la mayoría de las urgencias en épocas de epidemias o incrementos de patologías, se produce entre las personas en edad geriátrica, muchos derivados desde los propios centros geriátricos, al carecer de medios y recursos suficientes para atenderles en el centro y otros derivados desde la Atención Primaria por otros motivos estructurales e infraestructura domiciliaria.
Una respuesta a esta saturación, la tiene la Consejería de Sanidad, ocupándose directamente de los recursos sanitarios y de los profesionales sanitarios que actualmente gestiona Servicios Sociales, como son Residencias, Centros de discapacitados y Unidades de Rehabilitación, que serviría para descongestionar los hospitales, aminorar las lista de espera y mejorar la asistencia. Simplemente con la creación en los centros de unas áreas específicas, dotándolas de unos recursos adecuados para poder recibir a pacientes hospitalarios que requieren cuidado mínimos que no se pueden prestar en un domicilio pero tampoco necesitan un alargamiento de la estancia hospitalaria.
Si existiera una buena coordinación desde los Centros geriátricos y los hospitales mediante una figura de enlace de ambos sistemas asistenciales se agilizaría la permanencia de los ancianos en las urgencias hospitalarias retornando, en el menor tiempo posible a los respectivos centros.
Mª Teresa Muñoz Rivero. El Adelanto 20 Junio 2009