«Soy médico simplemente», dice de sí mismo el Profesor Ciril Rozman, autor del tratado de medicina con el que nos hemos formado multitud de médicos en España y Sudamérica. Los que tuvimos la suerte de asistir al acto inaugural del 31 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), pudimos escuchar al Profesor Rozman frases como ésta y otras muchas reflexiones expuestas con sencillez y sabiduría.
«Ser médico simplemente», en un momento en el que la profesión se enfrenta a importantes retos derivados de los cambios que está experimentando la sociedad actual, parece un objetivo muy simple pero tiene implicaciones muy profundas. «Ser médico simplemente» implica comprometerse con los valores y principios esenciales de la profesión médica: primacía del bienestar del paciente, autonomía del paciente y justicia social, compromiso con una asistencia de calidad, con la accesibilidad, con la distribución de los recursos, con el saber científico, con la confidencialidad, compromiso de honestidad con los pacientes. Un buen médico, nos decía el Profesor Rozman, debe adquirir unos conocimientos y mantenerlos actualizados, debe tener unas habilidades y utilizarlas, no renunciar a sus sentidos, observar, oír, palpar, oler. Hoy día se tiende a pedir muchas pruebas complementarias, incluso antes de haber realizado una exploración física y esto no lo debe hacer un buen médico. Un buen médico debe tener ciertas actitudes, como la concepción biospicosocial del enfermo: «el hombre no es de ninguna especialidad médica».
En un momento en el que estamos asistiendo a una excesiva politización de la sanidad, en el que existe una exagerada preocupación por la contención de costes sanitarios, en el que la asistencia sanitaria se presta de forma fragmentada y en el seno de organizaciones complejas, en el que el médico se ve sometido a la presión de los gobiernos, de las corporaciones sanitarias, de la industria farmacéutica y de la población, reivindiquemos con el Profesor Rozman, ser «médico simplemente».
José Luis Garavís. El Adelanto 31 Octubre 2009