Hace ya más de dos siglos que se inventó la vacuna contra la viruela. Se abrió así la puerta a esta nueva terapia preventiva, que supuso, junto al descubrimiento de la penicilina, el avance más importante en la historia de la medicina. Las vacunas nos han permitido olvidarnos de enfermedades como la polio, el sarampión, la tos ferina… patologías que causaban gran número de muertes entre los más pequeños. Nos habíamos olvidado de ellas, hasta ahora. Increíblemente, en pleno siglo XXI, un sector de la población comienza a dudar de la eficacia e inocuidad de las vacunas. Tras doscientos años de evidencias científicas, de cientos de ensayos clínicos con miles de pacientes, algunas familias deciden no vacunar a sus hijos porque “leyeron en Facebook” que producía autismo… De nada sirven los estudios que prueban que no hay tal relación; si lo pone en la red social, será por algo. Y como ya no nos da miedo el tétanos, ni la difteria (porque para nosotros no existen, porque nunca las hemos visto), algunos se atreven a privar a sus hijos de tal protección. Es esta una actitud tremendamente irresponsable; pues no solo ponen en peligro la salud de sus hijos, sino de toda la comunidad al romper la “inmunidad de grupo”. Esta protege a los más débiles, a aquellos que no pueden vacunarse, no por elección, sino por enfermedades que lo contraindican.
Papás y mamás, no seáis ingenuos, no os dejéis engañar por charlatanes y “terapeutas holísticos”, escuchad a vuestro pediatra, lleva muchos años estudiando para aconsejaros lo mejor para vuestro hijo.
Alicia Alonso
26 Junio 2015
La Crónica de Salamanca
Unterschiede in der diagnostischen praxis – eine frage der pädagogischen ghostwriter zielsetzung.