Hoy, día 3 de septiembre, comienza un nuevo curso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca. Llevo algún tiempo señalando las dificultades que atraviesa la Facultad (falta de espacios, carencias de profesorado, falta de recursos tecnológicos, plan de estudios necesitado dereforma, …) lo que me llevó a titular en dos ocasiones sendas columnas en este periódico bajo el título Imagina que cierra medicina.
Al comienzo del nuevo curso considero necesario actualizar el análisis de situación, a raíz de algunos cambios que parecen presagiar un futuro más esperanzador para la Facultad.
Se ha producido una toma de conciencia en la Universidad sobre la situación creada durante los últimos años, lo que llevó al profesor Rivero a incluir un plan especial para la Facultadde Medicina dentro de su programa electoral. Una vezelegido Rector por la comunidad universitaria, ha comenzado a aplicar algunas de las medidas incluidas en el Plan, las más urgentes, relativas a la contratación de nuevos profesores, tanto en las figuras de profesor contratado doctor, como de profesor asociado en ciencias de la salud. Otras cuestiones relativas a reformas imprescindibles y a dotación de recursos también están en camino. Al finalizar el pasado curso el Rector presentó las primeras medidas en la propia Facultad de Medicina y estableció un calendario de otras menos urgentes para desarrollar durante su mandato. Bien está lo que bien comienza.
Otra cuestión importante es que, por fin, la Facultad parece haberse tomado en serio la necesidad de reformar el actual plan de estudios, aunque para ello haya sido necesario que la Agencia de Evaluación de la Calidad Universitaria de Castilla y León haya llamado la atención sobre algunas de las deficiencias del actual plan. La Facultad dispone de dos años para aprobar el nuevo plan, un margen suficiente, aunque no para dormirse en los laureles. A final del pasado curso se percibía cierto consenso que debe concretarse este nuevo curso y un nuevo plan de estudios parece ahora posible.
Otra cuestión importante, a medio plazo, es la necesidad de que el nuevo Hospital Universitario de Salamanca que se está construyendo, incluya en alguna de sus fases de obra aulas suficientes para la docencia, aspecto este que, en lo que yo conozco del proyecto, no está contemplado más allá de pequeñas aulas o seminarios. No es posible concebir un hospital universitario que no disponga de aulas suficientemente amplias como para que la docencia de las enseñanzas clínicas pueda realizarse en el propio hospital. No conozco ningún hospital universitario de los que se han construido o reformado en los últimos años en España (y la lista es larga) que no disponga de este tipo de aulas. Es de esperar que el de Salamanca también las tenga.
Parece necesario que, dentro de los contactos establecidos entre el nuevo equipo de gobierno de la Universidad y el propio SACyL, se incluya este aspecto y que, en el nuevo edificio de consultas, que aún no se ha comenzado a construir (quizás ni a planificar), o con cualquier otra fórmula,se dote al hospital de las aulas necesarias para la formación clínica de los estudiantes de medicina de la USAL. Si este aspecto no se resuelve entre ambas instituciones, bien hará el Rector y el equipo de gobierno de la USAL en elevar hasta las Consejerías de Educación y de Sanidad el problema para encontrar una solución que es, a todas luces, imprescindible.
Por último, quiero romper también una lanza a favor de la última promoción de estudiantes de Medicina de la USAL que se han incorporado al sistema MIR por haber obtenido unos resultados excelentes, propios de una promoción también excelente. A ver si sigue la racha.
En resumen, que iniciamos un curso con muchos problemas, pero también con esperanza de que comienzan a llegar las soluciones. Como pueden deducir ustedes de la lectura de este artículo, parece que atravieso un periodo de optimismo irrefrenable.
Fdo. Miguel Barrueco Ferrero
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública Salamanca.