Parece que va siendo el momento de pensar en lo que nos vamos a encontrar cuando superemos esta pandemia. Se señalan las consecuencias en la sociedad: las crisis de las empresas, el hundimiento de los puestos laborales, el cambio en los mercados, pero nuestro papel es indicar algunos de los cambios que van a aparecer en el contexto de la salud. Algunos serán positivos como la introyección de mejores hábitos de higiene, la creación de redes de apoyo, la confianza en los sanitarios y la responsabilidad en el autocuidado. Se está empezando a recuperar el papel que tendría que tener Atención Primaria en nuestro sistema, reduciendo el hospitalocentrismo, fomentando la monitorización de enfermos crónicos por Enfermería y la utilización habitual de la telemedicina.
Pero también nos vamos a encontrar, cuando el virus nos abandone, con un sistema sanitario con escasos recursos y profesionales agotados que se van a tener que enfrentar con pacientes cuyas patologías hemos dejado de atender durante estos meses y, además, gravado con la carga de las listas de espera que existían
previamente.
Lo que sí se ha demostrado, de forma indiscutible y unánime, es que una catástrofe sanitaria sólo se puede afrontar desde un fuerte SISTEMA DE SALUD PÚBLICO .