¿Tenemos suficientes recursos destinados a prevención o los estados están demasiado flacos para dedicar dinero a asuntos qué no tienen una repercusión inmediata? Las actividades de prevención tienen el inconveniente de que se centran en riesgos, no en hechos ocurridos. Tienen éxito los productos para prevención que salen de la factoría de alguien, cuando lo fundamental, muchas veces, son las medidas organizativas y la preparación y equipamiento de los recursos humanos. ¿Quién quiere invertir en fantasmas? La realidad nos muestra con frecuencia, últimamente, que los fantasmas cobran cuerpo, en forma de huracanes, terremotos, o epidemias que pueden extenderse rápidamente.
No hay valla que impida la transmisión de un virus como el de la gripe aviar si llegara a afectar a los humanos. En este mundo global, la respuesta tendrá que ser global y los recursos unificados para utilizarlos donde se precisen en cada momento. También las políticas de prevención y los planes operativos deberían ser coordinados y para ello, las organizaciones como la OMS deben tener un papel predominante y fondos delegados para actuar en cualquier parte del mundo y no solamente para dar recomendaciones.
En algunos países, hemos hecho acopio de medicamentos quizá útiles para el caso de que la gripe aviar afecte a humanos. Hay un debate sobre si es mejor que estén centralizados para utilizarlos en el país (sea cual sea su capacidad económica) en el que aparezcan los primeros casos, para tratar a los verdaderamente afectados y evitar la propagación de la enfermedad. Esta postura es solidaria y práctica. Como parece que hay quién no lo tiene claro, India y Tailandia han avisado de que van a fabricar genéricos con o sin permiso. Otros países no tienen esa posibilidad. El perjuicio será para todos. Y mientras, ¿estamos preparando la respuesta organizativa?
Concha Ledesma
Pubicado en «El Adelanto», 22 Octubre 2005