Primero de Mayo, una fecha señalada durante muchos años en el calendario de los trabajadores. Recuerda a aquellos que en 1886 en Chicago iniciaron una huelga general para reivindicar la jornada laboral de ocho horas, especialmente a los ocho que fueron juzgados, de los que tres fueron ejecutados en la horca. La fecha se convirtió, además de un homenaje a los trabajadores muertos, en un símbolo de la lucha del movimiento obrero para conseguir más derechos para los trabajadores. Muchos de estos derechos conforman el estado del bienestar, dentro del cual un derecho muy importante es la asistencia sanitaria. Esa que en España tenía carácter gratuito, pública y universal.
Durante los últimos años se ha producido un recorte de muchos de los derechos adquiridos, y ello también ha afectado a los trabajadores sanitarios. El actual sistema sanitario español es sostenible en base a los bajos salarios que cobran sus trabajadores cuando se les compara con otros países europeos de nuestro entorno, y ello mucho antes del comienzo de la crisis económica.
Una parte sustancial de los recortes que han afectado a la sanidad han tenido lugar fundamentalmente en los profesionales. En ocasiones, cuando se habla de recortes a los médicos, parece que a la administración o a los políticos no les cuesta mucho tomar dichas medidas porque recortar derechos a los médicos puede ser incluso popular entre la población, es decir: no tiene costes electorales e incluso puede dar réditos políticos. Existe una disociación casi esquizofrénica entre la alta valoración que la población tiene sobre los médicos (es uno de los colectivos mejor valorados) y la idea de que son unos privilegiados corporativos. No conozco ningún otro grupo profesional más fragmentado y menos corporativo.
Este distanciamiento entre la población, que es la beneficiaria del sistema sanitario público, y los trabajadores sanitarios, ha servido como disculpa para mantener durante mucho tiempo salarios más bajos. Cualquier reivindicación laboral de los médicos era tomada por amplios sectores de la población como una defensa corporativa de unos privilegiados y devenía en impopular inmediatamente. Los médicos son conscientes de ello y por eso han moderado sus reivindicaciones, aunque estuvieran suficientemente justificadas y ahora los recortes les hayan afectado especialmente.
El movimiento conocido como Marea Blanca que ha tenido lugar en Madrid contra la privatización de varios hospitales públicos ha unido por primera vez a médicos, pacientes y a toda la población en defensa de los intereses comunes: el mantenimiento del sistema sanitario público tal y como hoy lo conocemos. Esta confluencia de objetivos e intereses debería marcar el comienzo de un periodo en el que la población entienda mejor que el eje del sistema sanitario público son sus profesionales y que, sin ellos, no es posible un sistema sanitario como el que disfrutamos en la actualidad. Por ello, defender los derechos de los trabajadores del sector contribuye notablemente al mantenimiento del sistema.
Médicos y pacientes, profesionales y población, tenemos un mismo objetivo: seguir teniendo una sanidad pública, gratuita y universal y ello solo es posible en un marco sanitario como el Sistema Nacional de Salud, en el que se garanticen los derechos de los pacientes y los profesionales se sientan reconocidos por la población y por el propio sistema sanitario. La confluencia de intereses no solo es posible, es altamente deseable y absolutamente necesaria. Hacerla posible es cosa de todos.
Miguel Barrueco 1 Mayo 2014 Tambien en Crónica de Salamanca