Aunque no es este Gobierno el inventor de la regulación de temas trascendentales mediante la Ley de Acompañamiento, se ha apuntado con entusiasmo a legislar por esa vía irregular.
Convertir en fundaciones los Centros Sanitarios, es modificar radicalmente el sistema público. Re-fundarlo.
Una medida tan esencial no puede tomarse con nocturnidad y por la puerta trasera, al menos debería haber existido un amplio debate social sobre el asunto.
Pero si grave es la forma de legislar -algo tramposa-, peores serán las consecuencias de la medida.
Aún con algún beneficio (facilidad de compras), las fundaciones van a pulverizar el sistema sanitario en lo esencial: rompen la integridad; cambian solidaridad por competencia; complican la planificación; posibilitan la compra externa de servicios (privatización parcial), y sienta las bases para que fragmentado el sistema, sea más fácil una mayor privatización.
Y si hay ahorro, irá a bolsillos particulares.
Si bien la situación de deterioro que se viene arrastrando desde hace años no es sostenible, se ha optado por no enmendar lo que falla, sino por reinventar el sistema. No aprendemos.
Miguel González Hierro.
El Adelanto 19 diciembre de 1998