Se habían hecho recortes, pero sin publicidad para no alarmar, con ese estilo tan propio de la Junta de Castilla y León; la versión oficial era que aquí las cuentas estaban bien, que éramos un ejemplo para el resto y los sacrificios de otras comunidades no iban a llegar. Pero el 29 de diciembre la máscara se cayó y también nuestras autoridades salieron en el Telediario para sumarse al cruel y bochornoso baile de recortes de otras Administraciones con el supuesto afán de reducir el déficit, no de aumentar la productividad y crear empleo que es lo que este país necesita, y la sospecha de que lo que están haciendo es destruir el precario estado de bienestar que teníamos, privatizar lo que ahora es público y meternos el miedo en el cuerpo para que no tengamos respuestas. Ese día salió a la luz el «Plan de racionalización del gasto público» que supone congelar los sueldos de los empleados públicos (la perdida adquisitiva es de un 12% desde 2010), aumentar dos horas y media la jornada semanal y congelar la oferta de empleo público. Todo ello afecta a la sanidad de nuestra comunidad y en resumen supone obligar a un esfuerzo mayor a los profesionales reduciendo a la vez el número de efectivos y el sueldo. Nada bueno se derivará de ello, se verá mermada la calidad del servicio y aumentará el paro.
Y sin embargo la crisis podría suponer una oportunidad de mejora, porque hay muchas cosas que pueden cambiarse para mejorar la eficiencia de los servicios sanitarios: se puede reducir el gasto farmacéutico y reducir el gasto en pruebas de alta tecnología, se puede dar más capacidad de maniobra a la atención primaria y mejorar la relación entre ambos niveles, se puede hablar de reorganizar horarios y guardias…pero para esto es necesario sentarse a hablar con los sindicatos y con los profesionales. Lo que están haciendo, pretender solo reducir costes de la forma más rápida y simple y siempre pidiendo el sacrificio a los mismos, solo conduce a la ruina del sistema.
Aurelio Fuertes. El Adelanto 21 Enero 2012