¿Qué ha pasado desde la última protesta ciudadana, en forma de marea blanca, del pasado de mes Mayo? ¿Se han conseguido las reivindicaciones ciudadanas? Vamos a ver: La construcción del nuevo hospital va a buen ritmo e incluso, según información conseguida a través de la Gerencia del hospital, como se han certificado obras por los 22 millones de € presupuestados para el 2015, se están disponiendo de otros 11 millones comprometidos si se certificaba la primera cantidad. Confiemos que después del 20 de Diciembre las obras mantengan el mismo ritmo, que en cualquier caso será más difícil de comprobar por estar menos a la vista que lo construido hasta ahora. Pero en este momento el problema no está en el nuevo hospital, sino en el actual, el que está en uso. El normal deterioro por los años de vida se ha visto muy incrementado por la importante obra que se está haciendo en sus alrededores. Si a estos dos hechos se suma el “ya no merece la pena acometer ese arreglo o reforma”, el resultado es que el deterioro y abandono en las que se encuentran algunas de sus estructuras y funciones son injustificables. Deterioro y abandono que están sufriendo tanto los usuarios como los trabajadores. Los presupuestos para conservación del hospital no solamente hay que mantenerlos sino aumentarlos dada la peculiar situación en que se encuentra.
De las listas de espera no se puede añadir mucho más de lo que ya hemos dicho en nuestras columnas en semanas anteriores, son inaceptables. Son las mayores de la Comunidad y desde la administración las quieren justificar porque el hospital de Salamanca es de cuarto nivel, el único de la autonomía, con derivaciones desde otros centros y provincias. Esto no lo justifica ya que si tanto nivel tiene el hospital habrá que darle el presupuesto apropiado para personal y tecnología para su pleno funcionamiento y para que mantenga la misma demora que los hospitales de menor nivel, para que no tenga la población de Salamanca que soportar estas listas de espera.
Estas listas de espera de escándalo propician las derivaciones a centros privados, que se reinician de nuevo este otoño, pero, ¿cuál es la causa y cuál es la consecuencia?; para justificar las derivaciones, ¿hay que tener una larga lista de espera? ¿Será esto? El servicio público debe ser capaz de quitar sus listas de espera, para lo que hay que aumentar los presupuestos (el que se va a utilizar en el servicio privado, por ejemplo), hacer una gestión mejor de la rentabilidad de espacios, tiempo y aparataje, control de horarios, optimización de recursos en definitiva.
En el tema de las plantillas nos metieron un gol, por culpa de algunos sindicatos, entraron en el hospital muy pocas personas nuevas y los contratos que hubo fueron cambios administrativos.
En la Atención Primaria ha habido pocos cambios, aunque el “sr. Medora” parece que se ha tranquilizado un poco en los últimos meses. Miedo me da lo de la receta electrónica con este servicio informático tan deficiente. Vigilemos que el sistema no cambie la medicación a todo hijo de vecino. Estaremos pendientes de la Zona Básica de Salud de Cantalapiedra.
Pablo de Unamuno
ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA