Hace más de trescientos sesenta y cinco días que el Sr. Manuel Lamela, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, puso bajo sospecha a los médicos del servicio de urgencias del hospital de Leganes de haber realizado sedaciones irregulares a cuatrocientos pacientes que se encontraban en situación terminal. Todo por una acusación anónima, y pese a informaciones contrastadas de la propia consejería de Sanidad descartando un mal ejercicio de la medicina.
En los últimos días de febrero pasado un juez de Leganes archivó “ por falta absoluta de indicios” la denuncia de uno de los casos que la consejería consideraba con más evidencias de sedación incorrecta y contraindicada. El juez indicó que la actuación del médico fue correcta tanto desde el punto de vista científico, humano y ético al evitar sufrimiento al paciente en situación terminal.
A lo largo de este año se han continuado realizando sedaciones, pero ¿ es razonable que se exija al médico exponerse a estas denuncias y descalificaciones para llevar adelante una actuación correcta y necesaria?. Otra posibilidad que resulta insoportable es que por miedo se hubiera dejado de realizar aunque fuera una sola sedación necesaria. Cuanto sufrimiento por una actuación del Sr. Lamela, que como poco resulta inadecuada y discutible.
¿Porqué este ataque a un hospital público ,que trabajando masificado y al límite de sus medios mantiene la atención sanitaria de calidad a la comunidad a la que sirve?.
Los cuidados que requiere un paciente terminal deben ser prestados generalmente en el domicilio, por el medico de familia . Esta actividad está siendo realizada en Salamanca, con gran eficiencia, por profesionales sanitarios dependientes de la Asociación Española Contra el Cáncer. Es imprescindible que esta actividad sea prestada por el sistema público de Castilla y León, fomentando el protagonismo de los médicos de familia en el cuidado de pacientes terminales contando con el apoyo de las unidades de cuidados paliativos .
Emilio Ramos.
Publicado en «El Adelanto», 11 Marzo 2006