El asesinato de Brian Thompson en Nueva York, a plena luz del día, parece sacado de una película. La víctima era CEO de United Healthcare (una de las mayores aseguradoras sanitarias de Estados Unidos). Su asesino, Luigi Mangione, parecía tener un móvil claro: venganza.
Venganza de las políticas carroñeras de las aseguradoras de salud, que tienen una gran tendencia a denegar el pago de pruebas diagnósticas o tratamientos indicados por un médico. Esto condena a los pacientes a pagar de su propio bolsillo, lo que en Estados Unidos puede significar la ruina. A pesar de lo espectacular del suceso, lo más llamativo fue la reacción de la ciudadanía, que lejos de condenar el asesinato, lo celebró. Las redes sociales se inundaron de mensajes de alabanza y al asesino se le laureó como Robin Hood.
A cualquiera que conozca el sistema sanitario americano no le costará entender el porqué de tanta simpatía con Luigi. Debe de ser increíblemente frustrante escuchar los beneficios millonarios de las compañías de seguros mientras tú te ahogas en préstamos para poder pagar aquella cirugía de rodilla o el tratamiento del cáncer de mama.
Sé de lo que hablo, pues tengo amigos en Estados Unidos, y les he visto endeudarse porque un hijo se rompió un brazo, o incluso someterse a un embarazo subrogado para poder pagar una deuda con el hospital. No sé qué me impactó más, si conocer estos dos hechos o la reacción de otros americanos a quienes, en lugar de escandalizarles (como a mí), les parecía lo más normal del mundo.
Bulos, falsas creencias y conspiraciones
En un sistema así, donde cualquier atención o educación sanitaria va ineludiblemente precedida por el paso de la tarjeta de crédito, es fácil que proliferen los bulos, falsas creencias y conspiraciones, ¡porque estas son gratis!
Increíblemente (al menos a mí me parece increíble), Donald Trump ha sido capaz de canalizar este descontento con la promesa de “make America healthy again” (“haz América saludable de nuevo”)… Lo que no sabemos es cuántos años hay que retroceder para volver a esa América saludable… Para ello, propone nombrar a Robert F. Kennedy secretario del departamento de Salud.
Eso significa que Kennedy será el mayor responsable de política de salud en el país, teniendo por debajo incluso a la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos, por sus siglas en inglés). La FDA engloba otras agencias, como el Centro para el Control de las Enfermedades, que desempeñó un papel fundamental durante la pandemia, o el centro de investigación y evaluación de nuevos tratamientos. Pero también tiene competencias sobre la seguridad de los productos químicos, alimentos y medicinas, entre otros. La FDA juega, por tanto, un papel esencial en la salud de la población.
“Irresponsable y peligroso”
Depositar esta responsabilidad en una persona que cree en conspiraciones, como la relación del autismo con las vacunas infantiles (hecho ampliamente refutado por la ciencia), o de la fluoración del agua con el desarrollo de artritis y leucemia, es terriblemente irresponsable y peligroso.
Mi gran duda es qué va a hacer Europa en este contexto. Creo que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ganará relevancia al no poder contar con su homóloga americana. Espero que, a pesar de que ya hemos visto cómo las conspiraciones e ideas ultraderechistas de Estados Unidos se terminan extendiendo a Europa, no llegue a esa locura. No llegue a poner en peligro nuestra salud y nuestros sistemas sanitarios públicos. Espero que eso no sea pedirle demasiado al 2025.
Alicia Alonso