No ya en la paciencia, sino embutidos en la resignación, o incluso en la apatía debemos estar los ciudadanos charros para haber sufrido durante más de diez años continuas declaraciones de intenciones sobre un hospital nuevo, renovado, actualizado, sometido a un plan director o cualquiera otra de las muchas afirmaciones que se han hecho y nunca cuajaron.
Ahora parece que sí, que por fin y aunque sea seis meses antes de las elecciones, se alumbra el nuevo hospital para Salamanca. Ha costado. Han cambiado incontables veces de idea, de concepto, de proyecto, pero parece que esta vez, sí.
Aunque no se haya valorado en exceso la opinión de profesionales y ciudadanos, se presenta el nuevo centro, una idea bastante inédita si se me permite esta paradoja, pues se trata de un centro nuevo, pero por fases sobre el antiguo. Sin analizar los muchos problemas prácticos que acompañaran a este proyecto, sí debe quedar claro que tras el tiempo empleado, no será admisible un nuevo hospital que no esté a la altura de los tiempos. En concreto, deberá atender las expectativas hosteleras, de confort, de seguridad y de respeto a la dignidad de los pacientes, y por sólo citar un aspecto, no sería admisible un centro nuevo que no tuviese todas sus camas en habitaciones individuales. Lo contrario sería un fraude a estas expectativas.
En otro sentido, la sola estructura física no resolverá los severos problemas existentes; es ineludible la elaboración de un plan funcional que acompañe el nuevo centro: criterios de hospital dinámico, organización más ágil, técnicas y procesos actuales. Otra cosa sería defraudar a los profesionales.
También es cierto que ante este proyecto, con mucho el más importante en lustros para la ciudad, es esperable oír las voces de población, asociaciones y tejido social.
La sociedad salmantina deberá ser la comadrona que vele para que este parto vaya bien, que aunque haya sido largo, no sea también distócico.
Y que no todo sea crítica, felicitémonos todos por este nuevo hospital que nos merecemos.
Miguel González Hierro 11 Noviembre 2006