Pues no, las urgencias hospitalarias no disminuyen en verano, por contra es la época de mayor demanda, si exceptuamos los meses de enero y febrero en los cuales suele producirse el mayor número de casos de gripe. Sin embargo, en estos meses de calor los ingresos disminuyen, al parecer aumentan las consultas menos graves. En un estudio reciente, publicado en Medicina Clínica y realizado en el Hospital Clinic de Barcelona, se analizan los casos de enfermos que abandonan el servicio antes de ser atendidos, un 1,8% del total. El perfil epidemiológico de este grupo es bastante estereotipado: joven, con estudios, que acude sin consultar previamente con un médico y con síntomas de enfermedad menor. La principal causa de marcharse es la percepción de su propia enfermedad como no grave. Lo que parecen no saber estos ciudadanos, aparentemente informados, es que con su actitud provocan sobrecarga asistencial en estos servicios y con ello el tiempo de espera; pero sobre todo que contribuyen a que los casos verdaderamente urgentes sufran retrasos en su estudio.
En países como el nuestro en los que existe un sistema público de salud, afortunadamente no existen barreras para el acceso a los servicios de urgencia; lo normal es que los pacientes sean enviados por su médico, pero ello no siempre es posible. Queda entonces la decisión en manos del propio enfermo o su familia, y hay que optar: Si usted piensa que su problema es grave y requiere una evaluación rápida, no dude en acudir a urgencias, pero si piensa que su enfermedad puede esperar, consulte con su médico. Será un acto de estricta solidaridad.
Aurelio Fuertes
Publicado en «El Adelanto», 12 Agosto de 2000