El objetivo último de todo buen político debería ser lograr el bienestar de todas las personas de la comunidad a la que sirve. Considero que para ello precisa un profundo convencimiento de que todos debemos tener acceso a los servicios públicos por igual, entre ellos la Sanidad. Sin embargo, no es así.
Acudamos a la vida real y sus ejemplos. La vacuna frente al meningococo B, no incluida en el calendario vacunal obligatorio, es accesible sólo para las personas, niños y jóvenes, con suficiente dinero para comprarla (106 euros por dosis… y pueden precisarse hasta cuatro) y contactos para obtenerla, pues suele haber problemas de abastecimiento en las farmacias españolas.
Esta situación genera preocupación, desorientación y desamparo en los padres y en los profesionales de la salud españoles. ¿Qué les digo yo, médico de Familia, a los padres cuando acuden a preguntarme sobre la vacuna del meningococo B? ¡Está claro! La vacuna frente al meningococo B protege frente a ese serogrupo de meningococo, y la Asociación Española de Pediatría recomienda su administración sistemática a TODOS los niños.
¿Sí?… Pues… quien hoy me pregunta está en paro, sólo cobra 426 euros de subsidio de desempleo, tiene dos hijos de 3 meses y 4 años, es decir, necesitan siete dosis de la vacuna del meningococo B que, a 106 euros la dosis, suman… 742 euros. ¿Ahora qué contesto? ¿Que en su caso no? ¿Que crucen los dedos? ¿Que enciendan una vela a un santo?… ¿Que se hagan a la idea de que sus hijos son prescindibles….?
Y en el caso de una familia con dos hijos de la misma edad que los anteriores, con suficientes recursos, que pueda dedicar 742 euros a vacunar a sus hijos… ¿Qué les digo? ¿Que eviten que sus hijos jueguen con los de la familia anterior? ¿Hacemos colegios para niños vacunados y no vacunados?
Las vacunas aportan su beneficio de dos maneras. Por una parte, evitan contraer la enfermedad a la persona vacunada, pero también, y quizás sea lo más importante, disminuyen el número de individuos susceptibles de contraerla. Por tanto, detienen la propagación de la enfermedad. Pero si sólo vacunamos a unos pocos, no evitaremos la enfermedad ni siquiera a todos los vacunados.
Por esto es imprescindible que las vacunas eficaces, insisto, las verdaderamente eficaces, sean incluidas en el calendario vacunal obligatorio acordado por los expertos sanitarios de todo el Estado. Un único calendario de vacunas accesibles para todos, no diecisiete.
En Sanidad, todos deberíamos tener acceso a lo verdaderamente útil, pero no a lo inútil, sobre todo si puede ser peligroso.
Son las autoridades sanitarias quienes deben realizar esta labor de forma clara y sin dejar lugar a dudas. Es un trabajo pendiente para las administraciones públicas, tanto del Gobierno central como de los autonómicos.
Como dije al principio, el objetivo de los políticos debería ser el bien comú, y uno de los medios de lograrlo es atender la Sanidad pública con la celeridad que precisa. Y no dejarla deteriorarse para así justificar la pseudonecesidad de prestar los servicios sanitarios a través de negocios privados.
Emilio Ramos