Después de algo más de un año de pandemia, estamos más cerca de poder recuperar nuestra vida anterior. Esta vuelta a la normalidad no va a ser exactamente igual a lo que teníamos antes, ni para la población ni para los profesionales sanitarios.
En parte, por tener que seguir conviviendo con el virus durante un tiempo que aún desconocemos. Y porque esta crisis ha puesto en evidencia nuestras fortalezas y, sobre todo, nuestras debilidades, lo cual no es malo si nos coloca en la situación de poder mejorar.
En contra de la opinión de muchos, en las consultas de Atención Primaria se ha estado trabajando, y mucho. Sirva de ejemplo que, en el mes de marzo, en la provincia de Salamanca, se han atendido: 87.969 consultas no presenciales (64,8%) y 47.732 consultas presenciales (35,2%) en el medio urbano y 57.028 no presenciales (54,8%) y 47.009 presenciales (45,2%) en el medio rural.
Es seguro que la actividad no se ha realizado de forma uniforme en todos los equipos y que parte de la población puede haberse sentido mal atendida, pero no se puede decir que hemos estado encerrados y sin asistir a los pacientes. Se ha recibido en consulta a todo aquel que lo ha necesitado y se han realizado análisis, radiografías y otras pruebas complementarias siempre que se ha precisado. Todo ello, conviviendo con la atención a pacientes con covid.
Es de esperar que podamos ir aumentando la actividad presencial en los próximos días. Pero intentemos aprovechar la parte positiva de esta experiencia para mejorar la asistencia a la población corrigiendo deficiencias anteriores. Qué duda cabe que solucionar la escasez de personal y de infraestructuras no está en manos de los profesionales, pero sí lo está el mejorar nuestra organización e intentar adaptarla a las necesidades de la población que atendemos.
La consulta no presencial, que apareció como novedad, no lo era tanto en Atención Primaria, pues ya se venía realizando para determinadas tareas que no requerían la presencia imprescindible del paciente. Esta forma de asistencia –que ha sido muy útil tanto para el paciente como para el profesional– se ha podido desempeñar gracias al conocimiento de nuestra población (sabíamos con quién hablábamos), pero nos consta que en la Atención Especializada no ha funcionado de igual forma por el mismo motivo, el desconocimiento del paciente.
Pero, en una vuelta a la presencia física del paciente en la consulta, hay que delimitar bien el uso de este tipo de atención telefónica. ¿Para qué puede ser mejor que la consulta presencial?
Una de las ventajas es que al profesional le permite gestionar mejor la agenda, resolver demandas que no precisan la presencia del paciente utilizando menos tiempo, y así poder valorar, con menos precipitación, a aquellos con enfermedades o problemas agudos o con patologías complejas. Aprovechar mejor el tiempo es bueno, tanto para el paciente como para el profesional.
Durante este periodo, en que se ha utilizado más la consulta telefónica, tenemos la impresión de que no se ha comprendido bien esta forma de asistencia. En algunos casos se ha sentido como una barrera, como si no quisiéramos atender o recibir a los pacientes. Sin embargo, tras estos meses de rodaje, la aceptación de la consulta telefónica ha aumentado, sobre todo en aquella población en edad laboral, pues le permite solucionar sus necesidades de consulta en menor tiempo. Su utilidad es mayor para desempeñar tareas como renovación de recetas, trámites administrativos, consultar dudas, solicitar pruebas complementarias de control, acordar citas programadas, etc. Es importante también señalar que algunas de esas tareas no las tiene que realizar necesariamente el médico, pueden ser resueltas por otros profesionales, como el personal administrativo o de enfermería. Es decir, lo debe resolver aquel profesional con capacidad suficiente para solucionarlo.
La consulta presencial debe quedar reservada para patologías agudas que precisen valoración en el día, estudio de pacientes complejos que precisan más tiempo y hacer visitas a domicilio tanto a demanda como programadas.
Es preciso liberar tiempo para poder dedicarlo a otros temas muy importantes, como el trabajo en la comunidad o realizar más actividades preventivas. El tiempo que dediquemos a educar a la población en hábitos saludables, sobre todo trabajando con niños y jóvenes, y a desarrollar al máximo las actividades de prevención nos permitirá conseguir mejorar la salud de la población a nuestro cargo.
Hagamos todo el esfuerzo posible por mantener nuestra Sanidad, que debe ser principalmente pública y universal. Esto es tarea de todos, de los profesionales y de la población.
Luz María Martínez