Viene
Viene al caso la pregunta por las trasferencias sanitarias, pero su aplicación es mucho más amplia.
Ya tenemos transferida la sanidad; se van escuchando voces y pareceres –pocas entiendo yo- sobre el proceso, la gestión inicial, los problemas principales, las trampas ocultas… Pero en general son voces muy profesionalizadas en estos menesteres.
A mí me gustaría escuchar la opinión, los intereses, las preocupaciones, las soluciones de la gente, del llamado ciudadano de a pie. A ellos es a quién más va a afectar, para bien o para mal, la gestión directa de la sanidad. Y ahora es el momento de opinar, de intentar sentar unas bases racionales, que obedezcan al interés comunitario, intenten superar los problemas endémicos de la sanidad y la hagan más equitativa para el común de la población.
Algunas medidas que podrían o deberían tomarse tal vez fueran impopulares entre los profesionales, más razón para contar con la opinión pública si dichas medidas son precisas. El principio que parece va regir el modelo «si los profesionales están contentos, la sanidad irá bien», simplemente no es cierto. Naturalmente que los profesionales deben estar bien tratados, pero no se debe perder de vista el fin último del sistema sanitario: dar asistencia eficaz y de calidad a sus propietarios: la población.
Es un buen momento para que la opinión de los ciudadanos se escuche, y no sólo se escuche, sino que forme parte crucial de los órganos que controlan y deciden sobre el sistema sanitario. Sin esta participación en los órganos decisorios, la evolución del sistema estará huérfana.
La voz de los ciudadanos debe elevarse sobre la de políticos, gestores y oráculos que estas lineas escribimos.
Miguel González Hierro.
Publicado en «El Adelanto», 23 Febrero de 2002